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Trastornos Psicosomáticos

Desde siempre, la disciplina de la medicina se ha enfrentado a diferentes posiciones respecto a cómo abordar ciertas enfermedades. En sus orígenes buscaba la lesión fisiológica pero más adelante fue adoptando una concepción más global de la persona, es decir que incluía el temperamento y las manifestaciones psicológicas.

 

Por tanto, esta concepción que reúne lo psíquico y lo somático (psique y cuerpo) ha ido cobrando fuerza e importancia. Actualmente se puede afirmar que una enfermedad o trastorno emocional que no se soluciona puede terminar transformándose en una enfermedad física.

 

¿Qué lo origina?

 

Así como es difícil poder descubrir el origen de estos padecimientos a nivel físico u orgánico, resulta difícil también realizar una generalización sobre los orígenes de los trastornos psicosomáticos desde el punto de vista psíquico o emocional. Desde esta perspectiva hay que tener en cuenta que cada persona es diferente, y en cada caso el trastorno psicosomático se manifiesta de una forma particular, en función de la historia personal, familiar, el entorno y la predisposición psíquica y física del paciente.

 

No obstante es interesante observar en la clínica, como algunos pacientes que consultan por este tipo de trastornos, por ejemplo, han atravesado una niñez expuesta al padecimiento de los padres o cuidadores de una enfermedad o enfermedades reales o no. Así, desde tempranas edades aprendieron a usar los síntomas para obtener beneficios o ganancias como atención, afecto, evitar responsabilidades, no enfrentarse a situaciones que requieren esfuerzo, entre otras, las que probablemente fueron configurándose en la estructura psicológica de la persona.

 

También se observa en otros pacientes, como han ido adquiriendo estos trastornos como si fueran un sistema de aprendizaje de reprimir la expresión de las emociones, esto es que ciertos pensamientos tanto agradables como desagradables que los llevaron a sentir emociones, se han silenciado. De esta manera sólo consiguen negar o no exteriorizar los conflictos y sensaciones derivadas. Y como se encuentran impedidas de  reconocimiento no pueden ser simbolizadas con la palabra y directamente pasan a ser escenificadas en el cuerpo, es decir surgen los síntomas físicos.

Se ha encontrado también este tipo de padecimientos, en pacientes con antecedentes de abuso a tempranas edades, que por falta de elaboración psicológica terminaron convirtiéndose en enfermedad física crónica con el consiguiente sufrimiento psíquico tan doloroso.

Es importante realizar una buena evaluación y un diagnóstico diferencial en tanto hay que descartar si se trata de un trastorno de somatización, de dolor, de conversión o hipocondría. En todo caso, cualquiera sea la forma en que se presente hay que tener en cuenta que la expresión psicosomática es un pedido de ayuda.

 

¿Qué puede hacer la psicoterapia?

 

Teniendo en cuenta que nuestro cuerpo se puede “desajustar” por una serie de razones que es necesario explorar y reconocer; la psicoterapia pretende con su técnica, interpretar los síntomas como un sistema de comunicación; ya que los mensajes del cuerpo pueden ser interpretados como un lenguaje que expresa simbólicamente acontecimientos desagradables, dolorosos, intolerables y por lo tanto pueden desorganizar nuestro funcionamiento.

Los estados de ánimo (afectos) por lo general se exteriorizan y registran en el cuerpo, llegando a ser capaces de alterar procesos físicos. Así, cuando hablamos de  algún “dolor corporal”, tenemos que tomar en cuenta la condición anímica.

 

Si enfocamos a las enfermedades como un lenguaje, tendremos que interpretarlo además de comprender la intencionalidad con que se expresa.

 

Algunos autores de la escuela psicoanalítica han ido más allá y señalado que existe la posibilidad de que las “fantasías inconscientes” respecto a sentimientos vividos en el cuerpo como hambre, vacío, dolor, están ligadas a experiencias maternas tempranas y que el impulso a enfermar tiene que ver con mecanismos defensivos para proteger al yo de estos sentimientos.

 

Las disfunciones aparecen cuando las emociones no consiguen expresarse y la energía que estas tienen, se quedan encerradas en el organismo de forma crónica. Esto explica por ejemplo enfermedades como la hipertensión, la úlcera duodenal, el asma, la artritis, la dermatosis neuronal, las diversas alergias entre otras. Sin embargo, hay que tener en cuenta otros factores antes de ser concluyentes en un diagnóstico de trastorno psicosomático. Por ejemplo, la personalidad, el grado de vulnerabilidad frente al estrés y al ambiente que le rodea, familia, trabajo, posibilidades, etc. Es decir, todo aquello que actúe como desencadenante.

 

Nuestro abordaje terapéutico consiste en trabajar con el paciente la expresión verbal y simbólica de sus conflictos, su subjetividad, el papel que juegan estos trastornos  en su vida, sus relaciones y su entorno. Suele ocurrir a menudo que, una vez trabajado este punto, el paciente relaciona sus padecimientos físicos y activa el reconocimiento de experiencias emocionales internas ligadas a estos. Es a partir de aquí cuando poco a poco se van observando  notables mejoras en su estado de salud.

Las personas que padecen este trastorno se quejan por una serie de dolencias y síntomas físicos que tras la evaluación médica queda descartado el origen fisiológico y por lo tanto habría que orientar el tratamiento hacia una evaluación psicológica.

Investigadores de estos padecimientos consideran que son producto de las emociones mal gestionadas y que sutilmente se van instalando en la mente. Desde esta perspectiva, el hecho de volver a armonizar el caos emocional, representaría recuperar la salud. Visto así podríamos intentar dar una definición diciendo que somatizar es convertir un conflicto psíquico en un síntoma físico.

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